SIDNEY.- Las mayores economías del mundo podrían acordar fijar una ambiciosa meta de crecimiento global durante un encuentro este fin de semana en Sidney, donde también se ha llamado a los grandes bancos centrales a coordinar políticas y evitar sorpresas que perturben aún más a los mercados emergentes.
En la apertura de la reunión de ministros de finanzas y banqueros centrales del Grupo de los 20 ayer, el jefe del Tesoro australiano, Joe Hockey, dijo que ha aumentado el apoyo para establecer un objetivo firme de crecimiento.
“Tengo una gran esperanza de que esta reunión del G-20 podrá entregar un marco de trabajo real y tangible para un aumento en el crecimiento de la economía global en los próximos cinco años”, dijo Hockey, quien es anfitrión del encuentro que se realiza Sidney.
De adoptarse, el plan sería un punto de partida para el G-20, ya que intentos previos de crear metas fiscales y de cuenta corriente han fracasado.
El jefe del banco central de Canadá, Stephen Poloz, dijo que la meta era “aspiracional” y que dudaba de su implementación, agregando que le daría un nuevo enfoque al grupo y marcaría un gran cambio respecto a reuniones recientes en que se debatió sobre crecimiento versus austeridad presupuestaria.
El ministro de Hacienda de Francia, Pierre Moscovici, apoyó una meta de elevar el crecimiento mundial en 2,5 puntos porcentuales en total en un plazo de cinco años, y dijo que la meta era ambiciosa pero “no poco realista”.
Una fuente del G-20 dijo que Alemania abandonó su oposición a una meta general, siempre que no se impongan objetivos a países específicos. No obstante, el jefe del banco central alemán, Jens Weidmann, dijo que poner metas cuantitativas era “problemático”.
Nhlanhla Nene, viceministro de Finanzas de Sudáfrica, dijo que la meta no tendría importancia si no se abordan problemas de las economías emergentes como la inequidad, alto desempleo y condiciones financieras globales volátiles.
El plan toma prestado gran parte de un documento preparado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para la reunión de Sidney, en el que se estima que las reformas estructurales elevarían el crecimiento mundial en 0,5 puntos porcentuales por año en los próximos cinco años, impulsando la producción global en 2,25 billones de dólares.
El FMI pronostica un crecimiento global de un 3,75% para este año y un 4% en 2015.
Los países emergentes también han presionado para que la Reserva Federal de Estados Unidos evite desatar volatilidad en los mercados y comunique mejor su estrategia. No se esperaba que la FED considere aminorar el ritmo del retiro de su estímulo, pero sus pares emergentes esperaban más cooperación en políticas.
Otros apuntaron a que los problemas en las economías emergentes más afectadas, como Brasil y Turquía, se debían a problemas domésticos y el retiro de la FED era una buena señal de una mejor economía en Estados Unidos.
El responsable de Finanzas británico, George Osborne, afirmó sin embargo que la creación de empleos y la reducción de la deuda pueden ir de la mano. “Si no se enfrentan estos problemas (la deuda y el déficit), si siempre se dejan para mañana... nunca se volverá a ellos, porque siempre hay una razón para no hacerlo”, dijo en declaraciones al periódico “Weekend Australian”.
Por otro lado, en el inicio de la cumbre se perfiló una gran diferencia entre los países industrializados y emergentes en lo que se refiere a la política monetaria.
El primer tema del orden del día se refirió a la política monetaria de Estados Unidos.
El jefe del banco central de India, Raghuram Rajan, acusó ya antes del inicio de la cumbre a los países industrializados de imponer políticas egoístas. La perspectiva de tasas más altas hizo que los fondos de inversiones salgan de los países emergentes, dijo. En tanto, ministros de Finanzas de naciones industrializadas advirtieron a los emergentes que deben solucionar primero sus propios problemas estructurales antes de pedir solidaridad.